domingo, 29 de agosto de 2010

El poder inventa enemigos


Viñeta de Kalvellido

El poder inventa enemigos, los necesita como coartada para derramar su violencia y su avaricia.
Los guarda en su vientre hasta que los necesita.
El poder, ese ente que se nos aparece como algo intangible, etéreo, algo así como un diosito a quien no se puede ver, ni tocar, pero sí arrodillarse y llamarle con unos pocos nombres. Ese poder magnánimo tiene la virtud de saber inventarse enemigos, lo hace poco a poco, casi sin darnos cuenta, va infiltrando símbolos que nos hacen ponernos alerta, símbolos que quedan grabados.
Y entonces cuando ya están marcados a fuego habla con su voz clara: los árabes son terroristas, Cuba, la isla que es preciso limpiar, Chávez, un bocazas golpista, Irán una cueva con armas nucleares y así etcétera, etcétera. La disculpa ya está preparada, es hora de ponerse a guerrear.
El poder necesita inventarse cada vez más y más enemigos, necesita dividir el mundo en dos mitades, en dos contrarios, necesita erigirse en salvador, necesita del beneplácito universal para terminar de una vez por todas con aquello que no lo deja moverse, con aquello que pone freno a su codicia.
El poder, temeroso de no conseguir su propósito de ser el amo de las personas, de las banderas, quiere demostrar con un solo golpe que aquí se hace lo que el emperador ordena, y así, temblándole las ideas, acecha a sus enemigos, los va aislando, los va cubriendo de mentiras, los va provocando para que en un momento cualquiera, tengan un traspiés y golpearlos con toda su fuerza.

El poder, que tiene una sola patria, mueve ficha lentamente, provoca un poco y se detiene, coge aire, respira, vuelve a mover ficha, a mover soldados, emisarios, títeres renombrados, políticos mercenarios, periodistas deslenguados.
Se detiene, toma aire, respira, espera, tiene paciencia, su objetivo es claro: ser el dueño de la tierra.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Me dan asco

Viñeta de Kalvellido

Me dan asco, no puedo evitarlo.
Me repugnan políticos y besamanos.
Y cada vez compruebo que es más bajo su perfil, cada vez vomitan más inmundicias, cada vez rebuznan más alto pero menos claro.
Y cada vez me resulta más difícil soportar verlos veraneando, como si nada, jugando al juego de los mercados, ocultando la verdadera intención de los planes que nos fumigarán sin contemplaciones.
Me repugnan sus barbaries, sus locuras, sus ideas demenciales.
Me asquea pensar que entre todos sujetan el falo de un sólo amo.
Me asquea verlos juntos en el parlamento, verlos por separados, amontonados o en solitario.
Me asquea como callan la tortura, como esconden a los suicidados o a los directamente asesinados, como silencian que convirtieron en delito el pensamiento , la manera en la que planean expulsar a los que vinieron con nada y con nada los van a echar pa fuera, la forma ruin de callar la voz sensata de quien, aún hoy, se levanta,
Me asquea sus palabrerío hueco, su lenguaje gestual estudiado, como dan la mano a los parias que les esperan, me asquea su patriotismo estúpido, su ignorancia y la ejemplaridad de sus familias impostadas.
Me revientan, si, me revientan los políticos, su perversidad, su histrionismo, su falta de convicciones, su desvergüenza.
Tan ambiciosos, tan mafiosos, tan mamporreros.
A la vista de todos están los motivos para odiarlos. Solo hay que abrir los ojos y no cerrarlos.

lunes, 23 de agosto de 2010

Mi cesto de juguetes

Viñeta de Kalvellido

En mi casa hay un cesto enorme de armas de juguete. Las tengo guardadas para cuando los niños vienen. A los padres que son modernos, a los padres que viven en este primer mundo y no ven el cuarto y el quinto que se esconde entre sus muslos, a estos padres no les gusta que enreden en mis cesto y les dan cachetes y les castigan sin ver la tele.
Mi cesto de juguetes es inmenso, muchos me han dicho que no van a volver a traer a mi casa a sus hijos porque tengo rifles de plàstico, bombas de agua, ametralladoras musicales, carros de combate, helicópteros camuflados de rosa y verde.
Yo no les escucho cuando hablan sobre la incorrección de dejar que los niños jueguen con sables o con escopetas.
Sólo les observo en el salón de mi casa, les veo reírse como locos, les veo ser camaradas, les veo llorar de gozo cuando descubren la dignidad del que se defiende.
Por todo esto no hago caso a los padres modernos que me miran raro y me amenazan
Yo quiero que los niños sepan que los pueblos se protegen con uñas y dientes, yo quiero que sepan que en todo el mundo hay gente que sufre muerte y muerte y muerte y que usan esas armas cuando antes otros les disparan en la frente.
Yo quiero que esos niños recuerden que al menos en mi casa hubo un cesto grande para usarlo libremente.

domingo, 22 de agosto de 2010

Me fijo

Viñeta de Kalvellido

Desconfío de medio mundo porque hablan por la voz de su ventrílocuo, como si las palabras salieran de un vientre único.
Me fijo en los silencios que revientan la verdad.
Son silencios que gritan por su inmensa voz de sangre.
Me fijo en el mutismo de los que avanzan con andares sigilosos, poderosos andares, huellas temidas y perseguidas para que no hablen.
Me fijo en el silencio de los que se dan la mano y no asienten y no repiten y no escuchan al amo.
Me fijo en el silencio de los que escriben letras mudas, en los que deletrean el espanto y nunca mienten.
Me fijo en los que piensan y son amordazados,
en los que dicen y son brutalmente asesinados,
en los que construyen y son estrangulados.
Me fijo en los nombres y apellidos de los que son ignorados,
en sus evidencias temidas y por eso, sepultadas.
Me fijo en la mudez de algunos dolores,
me fijo en los afónicos,
en los que tienen la lengua triturada.
Me fijo en ti, en aquel, en vosotros.
Aunque para medio mundo estéis callados
para el otro medio aullais sin descanso.

viernes, 20 de agosto de 2010

Mamà yo quiero ser banquero

Viñeta de Kalvellido

Mamá quiero ser banquero.
Ellos son los amos de esta casa donde tú y yo vivimos, ellos son los dueños de tu salario, ellos lo administran, te lo dan o te lo roban según cotiza su bolsa.
Ellos ponen y quitan gobiernos, ponen y quitan leyes, ponen y ponen miseria.
Mamá ellos son los mismos que los que esparcen la droga que nos mata, que los que esparcen la guerra que nos mata, que los que esparcen las hambrunas que nos rematan.
Mamá, ellos son los dueños de la vida, de toda, hasta de las semillas, hasta del aire que casi ya ni se respira.
Mamá no es cierto que tú decidas, esos son cuentos tontos para niños.
Yo quiero ser banquero, hundir pueblos para luego salvarlos con préstamos y convertirlos así en esclavos.
Mamá no es cierto lo que dicen, no es cierto que tú elijas, nada es verdadero, mira los políticos de quien son amigos, mira como nos estafan y se lo dan todo a ellos.
Mamá, esto es un baile macabro, donde tú y yo, donde nosotros, nos movemos al mismo ritmo que mueven el dinero.
Mamá quiero ser banquero para comprar las cadenas que sólo yo veo.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Paciencia y a barajar


No hace falta ser clarividente para saber que lo que nos viene encima es terrorífico. No basta con pensar en las consecuencias que traerá el desempleo brutal, no basta con saber que los millones de personas que se han quedado sin empleo de la noche a la mañana tendrán pocas expectativas de hallar uno nuevo o una prestación con la que poder subsistir mientras sale algo, no basta con constatar diariamente que la bestia depredadora que nos domina y vigila busca desesperadamente como continuar viva.
No basta con mirar a los lados de nuestro territorio y ver que se cuece la misma carne en los fogones universales de la codicia, que los pueblos son ya pueblos famélicos.
No basta con explicar que todo es una farsa, que en la sombra, la maquinaria sigue su curso, triturando uno a uno cada uno de los pasos conquistados en la historia.
No basta con presagiar un futuro oscuro.
Más allá de nosotros, al otro lado del espejo un puñado de cuarenta ladrones juega a las cartas, se reparten fronteras, droga, petróleo, armas, y de nuevo a barajar.
Al otro lado del espejo, cráneos deformes juegan a ser dioses mientras que a este lado crece la miseria y la impunidad.
Y no basta con saberlo, no basta con decirlo y repetirlo.
Es hora de romper el espejo, es hora de jugar todos a las cartas.
Así pues, paciencia y a barajar.

martes, 17 de agosto de 2010

Somos muchos

Viñeta de Kalvellido

Somos muchos, somos todos: emigrantes, amas de casa, trabajadores precarios, titulados en paro, jubilados prematuros.
Somos todos, currelas a destajo, currelas puerta a puerta, currelas con los brazos caídos.
Todos vivimos este tiempo infectado.
Sostenemos la riqueza asesina del traficante de esclavos.
Nunca cederán un palmo si estamos callados.
No darán un paso atrás, hombro con hombro debemos empujarlos.
Somos muchos, somos todos: campesinos, presos, hambrientos, torturados, perseguidos, refugiados, enfermos, pueblos enteros olvidados, pueblos decapitados, pueblos con los días contados.
Somos muchos, somos todos, golpeándonos el pecho, caminando con el corazón en cabestrillo, viviendo a pulso, gritando a pulmón nuestro estribillo de dolor y ultraje.
Somos muchos, somos todos, pongámonos de acuerdo,
abramos de par en par la esperanza,
soñemos un sueño conjunto,
un sueño con olor a limpio,
un sueño que dé vértigo
un sueño audaz, bien plantado,
un sueño lleno de sueños preñados.
Somos muchos, somos todos,
aunque sólo sea esta vez,
aunque sirva de precedente
pongámonos de acuerdo:
soñemos el sueño de los rebeldes.

sábado, 14 de agosto de 2010

Yo acuso

Viñeta de Kalvellido

Yo acuso al presidente y a sus ministros de masturbar los intereses financieros de los amos.
Yo acuso a los sindicatos de ser perros falderos, les acuso de dilatar las protestas en el tiempo, les acuso de querer convertir los gritos en susurros, la pobreza en una cifra, la protesta en un desfile de becerros.
Yo acuso a los periodistas de limpiar con sus lenguas bífidas la ponzoña de su desvergüenza.
Yo acuso a los intelectuales, artistas, escritores, de mirar para otro lado mientras besan las manos flojas de los tiranos.
Yo acuso a los empresarios, mafiosos y codiciosos, que compran carne humana y la destrozan en las fábricas, en los andamios. en el paro.
Yo acuso a los banqueros de ladrones, traficantes, blanqueadores de sangre.
Yo acuso a los ejércitos, sicarios con nómina de una sola bandera, de esparcir masacres por unas monedas.
Yo acuso a las multinacionales del dolor de convertir la salud en mercadería y a los enfermos en adictos a sus píldoras y a los empobrecidos en gentes sin cura posible.
Yo acuso a los curas y monaguillos de perpetuar la gran farsa, de instigar a la resignación para sentarse mientras tanto a la derecha del terror.
Yo acuso a los jueces, a los fiscales, a los tribunales, que torturan la justicia hasta dejarla moribunda.
Yo acuso a todos, les acuso con estas manos pequeñas, les señalo con estos dedos de poeta, en estos versos atrapados por la rabia.
Les acuso de tantas cosas que no me alcanzan las palabras, les acuso de cada uno de los desahucios, de cada uno de los saqueos.
Les acuso de la miseria, de las pestes,, de las corrupciones, de los terrorismos oficiales, de las demencias, de las picanas, les acuso de repartir miedo e indiferencia, les acuso de la mano dura, de la complicidad de sus silencios, de la manipulación, de la represión, de vender realidades ficticias, de crear la industria de la violencia, les acuso de esterilizar las utopías, de inventar coartadas, les acuso de intentar barrer las calles de alegría, de intentar violar todos los sueños, de vivir por y para el crimen.
Les acuso sí, les acuso con mis versos, les digo a todos los bandidos que aquí estamos, con el pecho al descubierto, aquí estamos, clavados en la tierra,
Aquí estamos, apresurando el paso,
camino de un mañana sin tinieblas.
Aquí estamos, sin callarnos,
con nuestras vísceras ardientes,
con nuestros temblores controlados,
con nuestros pulso desordenado,
aquí estamos,
con el corazón atento,
aguardando el momento.
Aquí estamos.

jueves, 12 de agosto de 2010

No lo entiendo

Viñeta de Kalvellido

Yo no sé cuándo nació mi conciencia.
No sabría precisar el momento exacto, no sé si nació como consecuencia de vivir una infancia donde la severidad y el silencio alimentaron mis años más prematuros.
No sé si ocurrió algo más tarde, en la escuela, en aquel lugar donde el golpe, el cachete, el castigo, estaba a la orden del día, no sé si vino después cuando el desempleo apuñaló la tranquilidad de mi pueblo y los trabajadores comenzaron interminables huelgas, no sé si ocurrió más tarde, ya adolescente, cuando todo era policía y porra, porra y policía y manadas de gente saliendo a la calle a protestar, no sé si vino después cuando me puse a trabajar a cambio de unas monedas que me reventaban la espalda , no sé si ocurrió cuando ya me supe poeta y comprendí que mi lugar en el mundo era al lado de la palabra que sangra y desangra.
No sé si fue algún momento concreto de mi biografía o fue todo a la vez.
La cuestión es por qué otros niños con padres severos, otros niños con maestros castradores, otros jóvenes con la mirada puesta en la calle y en sus rebeldías, otros trabajadores explotados, otros poetas, no dejan nacer sus conciencias, las tienen apresadas en sus cerebros poco sedientos, las mandan callar o la esquivan. Tienen miedo a pensar, a decir, tienen miedo a dejar explotar la furia, a dejar que fluya libre por su propia historia.
Y así van errantes.
Y así van millones de seres solitarios, rumiando su insolente impotencia.
Millones de jóvenes, de trabajadores, huecos de conciencia, sin saber preguntarse ni preguntar.
Y así vamos, pà tras, sepultando la dignidad.
Sin conciencia debe ser muy difícil soñar.
No entiendo como ese millón de familias que no tienen nada que llevarse a la boca languidecen en medio de su pobreza, no entiendo cómo no salen a la calle a aporrear las puertas de los bancos, de los gobiernos, de las empresas, no entiendo como son sumisos a esos mismos sindicatos que les reparte hambre, antes y después de septiembre.
No entiendo donde quedaron sus conciencias, no entiendo cuando desaprendieron que la justicia se combate, no se espera.
Esta poeta que hoy habla, no entiende cómo se puede tragar tanta rabia,
còmo se pueden callar estas conciencias.
No lo entiendo.
No, no consigo entenderlo.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Soy esclava

Viñeta de Kalvellido

Dicen que para comenzar a solucionar un problema el primer paso es reconocerlo, pues bien, aquí está verbalizado el mío: soy esclava.
No me refiero a una esclavitud a la antigua usanza, no, nadie me coloca a empujones sobre una piedra y me pellizca los pechos y me mira los dientes y me mete el dedo para saber bien lo que compra.
No hablo de esa esclavitud, esa, de momento, a mí no me toca.
Hablo de la otra esclavitud, más sofisticada, hablo de la que me tiene arrodillada frente a las deudas, esa que me somete a su antojo, que me pone un precio y luego otro y otro y otro. Esa que me revienta a trabajar para devolverles lo prestado, esa que me amenaza con el desahucio o la que me echa a patadas si tengo los bolsillos harapientos.
Esa esclavitud, rara, que me hace ir dócil una y otra vez a donde el amo.
De esa esclavitud yo hablo.
De esa que compró mi piel, compró mis sueños, mi salario, compró mi casa y mi coche, y mi enciclopedia.
De esa esclavitud que compró el sol de verano, y los casamientos y las enfermedades raras, de esa esclavitud que nos administra el alimento, el aliento, los hijos, los yernos.
No tengo dios, pero ¡por dios que pago diezmos ¡
Esta es la realidad; sonrío a los traficantes de esclavos, les enseño mi cuello desnudo para que me ahoguen con sus tentáculos y les prometo pagarles cien veces lo dejado y firmo mi condena y la vuelvo a firmar sin importarme la letra pequeña, que no es otra cosa que una letra con cadenas.

martes, 10 de agosto de 2010

El libro no puede morir

Viñeta de Kalvellido

Hoy día vivimos en un mundo unido por un extraño cordón umbilical, una red que nos aglutina, nos permite (hasta hoy) mantenernos informados, contrainformados, podemos, es cierto, saber en el mismo instante los horrores que suceden en cualquier parte de mundo y levantar la palabra para golpear con su puño sobre la mesa. Pero esto me hace pensar también que esta especie de gruta a donde hemos ido llegando voluntariamente, en donde hemos ido dejando nuestras conexiones, nuestra libertad de decir, pronto cerrará sus fauces y nos quedaremos a oscuras.
Volveremos al principio.
Se dinamitará la red en la que nos sujetamos unos a otros y sólo quedarán a salvo e íntimamente unidos aquellos que sean dóciles, aquellos que no se hayan ido enlazando por afinidades subversivas.

Pero más allá de esta amarga profecía sobre la que hoy escribo me preocupa que desde voces más o menos alternativas se insista tanto, haya un afán tan desmedido en matar al libro, en defenestrarlo, como si fuera un triste ser en agonía. Es frecuente que los que defienden esta muerte lo hagan con argumentos ecológicos y es verdad también que en la medida de lo posible creo que debemos estar alerta con respecto a este derroche y salvajismo medioambiental que nos presagia una tierra yerma, pero también es verdad que matando al libro, fomentando el uso casi exclusivo de la difusión del pensamiento, de cualquiera de sus expresiones literarias, a lo virtual, condenamos a la gran mayoría de la humanidad a la más completa y certera ignorancia.
Sólo un 1% de la población mundial tiene acceso a un ordenador, si a este 99% restante ya le resulta complicado poder tener un libro entre sus manos, ¿imaginamos què será cuando definitivamente haya muerto y sólo sea a través de esta pantalla donde poder conseguir un poco del saber, un poco de la conciencia que les apoya y les defiende?, ¿de qué va a servirnos el esfuerzo si quedará para unos pocos privilegiados?
Serán palabras mudas.
Esto es lo que defendemos al justificar la muerte del libro, esto es lo que abanderamos, este crimen antiguo, esta vez más sofisticado, esta vez sustentado por la ingenuidad de muchos de nosotros que queremos un mundo mejor, más sostenible, pero donde olvidamos a la inmensa mayoría y la imperiosa necesidad de no dejarlos moribundos de saber, a la deriva.

domingo, 8 de agosto de 2010

Me duelen las manos

Viñeta de Kalvellido

Me duelen las manos de escribir sobre el terror de vivir en tiempos como estos donde la barbarie nos revienta. Me duelen cada uno de los huesos cada vez que deletreo el horror de las tetas resecas, de la piel agrietada, de los niños con las rodillas clavadas en la tierra yerma.
Me duelen las manos de contar que la violencia en todas sus formas es una epidemia que extiende sus alas negras, cada vez más grandes, cada vez más negras.
Me duelen las manos de hablar de los terroristas que bajan los pulgares desde sus tronos imperiales, de los que explotan la vida, de los que secuestran la libertad y la bombardean. De los dementes, locos de atar, que nos gobiernan, que planean fulgurantes guerras donde ellos poco arriesgan.
Me duelen las manos, joder, ¡cuánto me duelen!, cuánto duelen cada uno de estos huesos cuando explican los muertos amontonados en acequias, amontonados bajo lluvias de plomo, de uranio, de pobrezas, cuànto duelen los dedos cuando escribo sobre los asesinos que descuartizan la vida de pueblos completos.
Me duelen, las manos, los huesos, las uñas, me duelen los hombros, los ojos, me duele el hígado y ya no me quedan poemas con los que deletrear el fascismo risueño en el que vivimos.
Y me duelen sobre todas las cosas las palabras que hoy, quedan tristes en las cunetas, esperando que regresemos a recogerlas, esperando, sedientas, que les devolvamos su sentido primigenio, me duelen las más sencillas, las que dijeron tanto, las que recogían la memoria, las que señalaban las fosas y sus sombras, las que anotaban los aullidos, las que clavaban su dolor en los oídos más castos, las que hacían temblar y frenaban los zarpazos de la codicia.
Me duelen si, sobre todas las cosas estas palabras sencillas, gastadas de tanto repetirlas.
Paz, justicia.
Justicia, paz.
Es hora ya de devolverles la dignidad diciendo alto y claro sus nombres.
Aunque nos duelan las manos de escribirlas, aunque nos duela la voz y las canciones, aunque nos duela el corazón, repetirlas, exigir que estén cerca, a nuestro lado, mientras andamos, mientras soñamos, llevarlas en brazos, curar sus inmensas heridas, no dejar que nos las arranquen.
Nunca debimos dejar que las manosearan.
Nunca debimos permitir que las ensuciaran.
Hoy necesitan todo nuestro coraje para defenderlas, aunque nos duela.
Aunque nos sangre el dolor como a ellas les sangra su historia.

jueves, 5 de agosto de 2010

En pie de guerra

Viñeta de Kalvellido

Contra los lobos y su lógica del oro
levanto en armas mis palabras.
Les quito el moho, las saco brillo, las afilo.
las clavo en la yugular de los días
y no me rindo
y no me rindo.
Soy sanguinaria,
feroz, atroz, temible,
avanzo paso a paso entre las vidas,
avanzo con el pecho al descubierto,
avanzo y no me importa si muero,
si el frío escarcha mis retinas,
si este es el precio que se paga
no soy cobarde.
Sin plomo, sin gatillos,
porque la tierra está sembrada de crímenes,
disparo a bocajarro
y nunca va a temblarme la voz
y nunca van a temblarme las manos.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Contigo aprendì

Imagen de La Rata Gris

Contigo aprendí a gastar los silencios.
Aprendí que la soledad es el peor de los caminos
y la palabra la mejor de las alternativas.
Contigo aprendí a mirar pa`lante
a amar a contracielo,
a vivir con este corazón,
sin esconderlo.
Contigo aprendí que no se debe vivir muriendo paso a paso
mientras el combate es cuerpo a cuerpo
mientras alguien, quien sea, cae a cada instante
con las arterias rotas por el hambre o los puñales.
Contigo aprendí a cansar mis labios de tanto, tanto, decir sus nombres.
Aprendí a cruzar la calle,
a escuchar los ayes,
a besar el pan,
a gritar con toda mi sangre.
Contigo aprendí
a ver ríos de niños volviéndose locos,
a ver pueblos errantes,
a ver a sus dioses escondidos de la barbarie.
Contigo aprendí a llorar dulcemente,
a vaciarme de ternura,
a afiliarme a la victoria de los que van a tientas
pero caminan con canciones.
Contigo aprendí a cruzar la noche
sin huellas, sin olfato,
con sólo raciones de esperanza esparcidas como estrellas.
Contigo aprendí a crucificar la indiferencia,
a no llevarla a cuestas,
a ser poeta en medio del ruido
en medio de las vísceras,
en medio de las hogueras,
en mitad de la violencia.
Contigo aprendí.

martes, 3 de agosto de 2010

En este paìs donde yo vivo

Viñeta de Kalvellido

En este país donde yo vivo la paz está en un museo,
la justicia camina tuerta y con muñones,
las cárceles están llenas de gente y en las calles borran sus rostros a golpes.
Vivo en un país donde la represión está presente en cada esquina
y la cadena, la mordaza, el pucherazo, las vilezas, son el pan nuestro de cada día.
Vivo en este pequeño país, con enormes heridas, con terribles demencias, con ingentes desafíos.

Pero también vivo en un país cargado de semillas
que no se sienta a llorar en la cuneta,
que aprieta los huesos y protesta,
que resiste y embiste
y resiste
y resiste.
Vivo en este pequeño país, inmenso cuando sueña.

lunes, 2 de agosto de 2010

Màs de un millòn

Viñeta de Kalvellido

Más de un millón de familias en el Estado español no tienen nada que llevarse a la boca.
Nada.
Nada.
No tienen para pagar el techo, ni la luz, ni el agua.
No tienen para zapatos, ni para abrigos, ni para libros.
Más de un millón haciendo magia con mendrugos, callando llantos, mirando al cielo.
Más de un millón de familias que no tienen como subsistir en estos tiempos de colérica indiferencia.
Más de un millón recorriendo las calles, buscando esperanzas, rumiando rabia.
Más de un millón, más de dos, más de tres, más de cuatro, más de cinco, no nos engañemos, de hombres y de mujeres que no tienen trabajo y van de puerta a puerta hasta hacerse sangre los nudillos, hasta agotarse las demandas, hasta extenuarse.
Más de un millón y de dos y de tres y de cuatro y de cinco millones, no nos engañemos, de hombres y de mujeres que hoy no saben quién pagará sus deudas, quién pagará el aceite, el arroz, la calma.
No saben si sobrevivirán a esta barbarie de vivir a contrapelo.
No saben si mañana estará la mesa puesta,
Si mañana se hará el milagro,
Si oirán su nombre y terminará el calvario.
Más de un millón y de dos y de tres y de cuatro y de cinco, no nos engañemos,
hoy, ahora mismo, viven el crimen de no tener empleo mientras sigue y sigue el veraneo.

domingo, 1 de agosto de 2010

Enfermedad como arma



No es tiempo de arrojar cadáveres infectados contra los muros
como arma que diezma
y nadie se da cuenta hasta que a las madres se les descuelgan los hijos,
hasta que los padres se vuelven estériles,
hasta que los viejos mueren prematuramente.

No es tiempo de regalar mantas sucias de enfermedad al enemigo.
Basta un virus,
una lluvia de uranio,
una peste,
una pandemia
y la tragedia da palmas y espera.

Este es el tiempo del frasco pequeño,
del militar y la farmacia,
del militar y las plagas.
Este es el tiempo de países molestos
que rocían con muerte.
Y van cayendo poco a poco
febriles, ulcerados, purulentos,
y van cayendo sus huesos amargos
sin poder remediarlo.
Y van cayendo los pueblos enfermos.
Y van cayendo
hasta que entra a saco el imperio.

Poema del libro inèdito "Los partos de la bestia"