jueves, 1 de marzo de 2012

El miedo


Viñeta de Kalvellido

Cuando el miedo anda al acecho, cuando sus belfos ardientes se detienen en un corazón o en un pueblo, diezma la vida.
La paraliza
La domestica.
La somete a la tortura de una existencia de rodillas.
Y no hay soledad más inmensa.
Y no hay dolor tan invisible.
Y no hay dignidad más derrotada que la que hace temblar la conciencia.
A veces me pregunto dónde están los espejos que nos muestran el pánico con el que existimos.
Dónde se proyecta la imagen objetiva del terror que día a día se incrusta hasta el tuétano para dejar bien atado el silencio y que muramos deprisa o sepultados en la indiferencia.
Conocemos el espanto desde antiguo, lo hemos visto crecer arañando el presente con armas o palabras, con golpes o detenciones, con mordazas o pobreza o desahucios o enfermedades, lo hemos visto colarse por las rendijas de una esperanza que, malnutrida, apenas puede alzar la voz.
Pero, por suerte, el miedo, tan bestia y a la vez tan iletrado, nos deja unas migajas de fuerza para destrenzar las venas del corazón o de los pueblos y que fluya por ellas la simple y rebelde palabra que dice ¡basta!

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