sábado, 3 de noviembre de 2012

El luto

Los niños visten el luto de los desahucios,

se amontonan, sobre las aceras,
quietos,
contando con los dedos los negros días de este invierno,
los negros futuros,
los llantos negros,
los oscuros silencios.

Los niños, con la rutina agrietada de tanto sufrimiento bajo un mismo techo
envejecen los minutos,
sin juegos
como si no fuera ya el tiempo del amor y la cordura.

A la intemperie se rompen los regazos,
se apuntala el espanto de vivir una vida
con solo miedo y harapos,
con sólo malos presagios,
con sólo una infancia rendida a los pies de los embargos.

A estos niños
no les llegó una pizca de justicia en el reparto.
No alcanzó para ellos un poco del abrigo
que prometen, insolentes, las cruces, los martillos.
Ni la piedad ni la utopía quisieron
devolver al niño lo que es del niño,
expropiar de cualquier modo para ellos
un lugar donde nunca llueve.
La infancia
viste luto en las aceras,
las palabras no apedrean

y este mundo,
tan total y tan obsceno como la muerte,
crucifica la infancia
y siente deleite.





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