martes, 15 de enero de 2013

La paz, ese asunto tan serio

 
Viñeta de Kalvellido
 
La guerra ha sido declarada en cada rincón del planeta.
Algunas son abiertamente sangrientas, de ejércitos imperiales descuartizando banderas con excusas y falacias fabricadas por expertos entrenados en propaganda mediática.
Algunas otras se alargan  el tiempo conveniente para disuadir a las patrias y demostrar quién es el que manda, quienes tienen el poder y las armas con las que abatir las conciencias que se rebelan.
Algunas otras son silenciosas, manejadas astutamente, peligrosas porque dejan pocas marcas, pocas pruebas: cuerpos suicidados,  vientres inflamados y resecos,   vivos que sobreviven tristemente,  niños huérfanos de pan y de zapatos,  viejos atravesados por un dolor que sólo se remedia con monedas,  jóvenes empujados al desarraigo, errantes y sin familia, exiliados, parias,  perseguidos  en estas falsas democracias de opereta, encarcelados, mutilados, tuertos, disparados a bocajarro…
Todo el mundo, todo, está en guerra. La tierra hoy día es un elogio de la violencia, la brutalidad convertida en oficio.
Y contra esto sólo podemos unirnos, aceptar que formamos parte de lo mismo: un sistema feudal que nos arranca las vísceras.
Si somos estorbo, nos aniquila, si somos útiles, nos perdona la vida.
Y sòlo  bien apretados, hombro con hombro, de la mano, juntos, será posible que los guerreros empiecen a tenernos miedo.
No un miedo transitorio, en un trocito de la historia, no un miedo parcial dentro de alguna frontera.
Un miedo global como global es la guerra.

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