martes, 24 de junio de 2014

A cal y canto


Hoy muchos son los pueblos que se desangran. Y su voz apenas se oye, apenas son un fugaz e insustancial recuerdo, apenas unos niños muertos, unas casas desoladas, unos sicarios pasando a cuchillo poblaciones enteras.
Apenas muestran esto, algo de sangre, algo de ruinas, algo de sed o algo de hambre.
El enemigo, que por cierto, es el mismo enemigo para todos, es un ser amable que desea mantener su imperio de esclavitud y por eso financia masacres.
Pero las bocas están cerradas a cal y canto, las conciencias, cerradas a cal y canto, el silencio de los que están entrenados para desbrozar la propaganda y mostrarnos la verdad limpia es demasiado perverso.
Es mejor distraer las palabras, hacer con ellas juegos malabares.
Es mejor no llamar a las cosas por su nombre.
No vaya a ser que nos llamen comunistas.
 Los muertos son del fascismo,  a sueldo de la bestia y sus lacayos.
La vieja historia con nuevos muertos pero nuevas cobardías.
Qué triste es  comprobar que el silencio  de muchos escribanos  zurdos  deja huérfanos a ciertos pueblos y a otros, les dan la mano.

1 comentario:

  1. como toda tu poesía, muy buena ,cuantos mercenarios de la pluma ,cuantos intelectuales manchados de sangre por un unos privilegios materiales ,premios ,por asentir y justificar el sistema del descuartizamiento, humano,

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