miércoles, 30 de marzo de 2016

Palestina 30 marzo 2016

Un mundo que contempla a niños tiroteados, esposados, encarcelados  y no parpadea es un mundo que avergüenza.
Pero si además justifica a los asesinos  y los premia con la compasión y los negocios es un mundo rematadamente enfermo.
Digo esto porque en Palestina cae la infancia asesinada. Sin culpa ni remordimiento, les dan diariamente el tiro de gracia.
Sin embargo cae un niño blanco, uno cualquiera, en su blanca calle, con sus zapatillas blancas, con su pelo claro y su piel de nácar  el mundo, entonces, alza la voz, contundente, demoledora, atávica y exige no justicia, venganza.
Lo de siempre, muertos de primera.
Los sicarios caminan firmes, no les pesan los muertos que arrastran.
La historia les absuelve, les absuelven los medios de propaganda, les absuelve la sociedad y sigue el carrusel con sus matanzas.
Nada valen, nada pesan en las conciencias, son habitantes menudos en un infierno donde el delito es sobrevivir lanzando piedras contra las bestias.


lunes, 28 de marzo de 2016

Las raices


Tienen miedo al hombre que fue niño jornalero,
al hombre- campesino que a ratos emigraba pa arrancarse el hambre,
al hombre- hijo,
al hombre –hermano,
al hombre- compañero de mujeres con el brazo en alto.

Tienen miedo a los siglos de memoria
que llevas a rastras por el campo y por las casas.

Tienen miedo a los siglos de sed que agrietan tus palabras,
a los siglos de humillación que parten en dos la esperanza,
a los siglos de explotación que trajeron al presente los jornaleros
cuando todo eran harapos y pies descalzos,
cuando todo eran piojos y trabajo mal pagao,
cuando todo eran palos, y cruces golpeando.

Tienen miedo a tu sudor y a tus reclamos,
a tu dignidad a prueba de trampas y de escarnio,
a tu edad antigua,
al legado que dejaron en la tierra otros aceituneros,
otros hombres y mujeres decentes, limpios.

Tienen miedo, claro que tienen miedo.
Creen que entre rejas no vuelan las ideas.
Creen que entre rejas la rendición es cierta.
Creen que conseguirán arrodillar al hombre que es olivo.
No saben que tu destino es aferrarte al suelo que pisas
hasta  que crezcan las raíces de  la justicia,
hasta que sean los trabajadores dueños
del  pan que amasan,
de la tierra que estercolan
y del techo que nos abriga.

martes, 22 de marzo de 2016

Nuestro miedo


¿A quién le interesa nuestro miedo?
¿Que cambiará después de este nuevo atentado?
¿Viviremos  con la sospecha permanente, delatando a los vecinos, a las hijas, a los turistas, a las emigrantes?
¿Sera alguna religión prohibida, alguna mezquita cerrada a cal y canto?
¿Quién se atreverá a viajar, a juntarse más de cuatro?
¿Quién se acordará de los refugiados, de los que mueren en los mares, de los que resisten en sus países reventados con bombas made in Europa?
¿Serán  los niños sirios, iraquíes, libios… menos niños, más diablos, menos víctimas, más responsables?
¿A quién le interesa nuestro miedo?
¿A los terroristas islámicos, a los dueños del capital, a los que a río revuelto ganancia de pescadores?
¿Nos molestará de ahora en adelante que nos vigilen más que antes?
¿Nos molestará más que antes que nos censuren y nos detengan preventivamente o nos disparen porque nuestro aspecto es poco saludable?
¿Por qué sólo contamos nuestros muertos?
¿Y los otros?, ¿Los que caen diariamente desde que el imperio y sus siervos nacionalizaron la codicia?
¿A quién le interesa nuestro miedo, este terror cuerpo a cuerpo, este suplicar a nuestros ejércitos que nos defiendan, que nos protejan, que nos salven, a cualquier precio?
¿Es nuestro miedo rentable para alguien?, ¿Para quién?
¿Quién empezó primero?
¿Quién armó a los verdugos, quién les instruyó, financió, aconsejó?
¿Serán estas preguntas sospechosas, punibles, criminales?
¿Y ahora, qué?
¿Preparamos más mortajas?, ¿Cavamos nuevas fosas?, ¿Fabricamos más cadenas?, ¿Recortamos más derechos?, ¿Alimentamos el fascismo?, ¿Condecoramos a quienes alardean de cruz gamada, de racismo?
¿A quién le interesa nuestro miedo?
¿A quiénes?

sábado, 19 de marzo de 2016

La fàbrica


Estos días atrás he leído que en Nigeria (sobre todo), proliferan cada día más, las fábricas de niños. Lugares donde las mujeres son forzadas a parir y  después  les arrancan sus bebés  para la venta de órganos, la brujería o para ser  dados  en adopción.
Pensando en esto,  me acordaba  también de los niños robados en el Estado español, décadas de mentiras, secuestros,  abusos, impunidad,  que han sido descubiertos y que ahora mismo naufragan  en la memoria colectiva, como si esto nunca hubiera sucedido o pertenecieran a un tiempo muy pretérito.
No puedo evitar pensar en la naturaleza cruel del ser humano. De un color u otro, pertenecientes a una cultura u otra, a una religión u otra.
La normalización del espanto, el mercadeo de carne humana, el desprecio por la justicia, la ausencia de miedo, de castigo, produce estos monstruos bien organizados que hieren gravemente el porvenir y la esperanza.
Y claro, pensar en esto, en el abuso  del crimen, en las consecuencias de estar en lugares donde los verdugos pueden vivir libres, pensar en las mujeres como máquinas, como incubadoras múltiples, como animales preñados en cuadras, me obliga, para no desfallecer,  a buscar los escasos retazos de humanidad que andan por ahí esparcidos.
Porque quedarse anclada en el horror, quedarse mirándolo, quieta, llorosa,  sólo puede llevarme a la rendición. Y no pienso hincar en el suelo mis rodillas.
Lo cierto es que sobran los motivos para despreciar a la humanidad pero entre tanta oscuridad es fácil ver el fulgor de la gente limpia y aunque den ganas, a veces, de encerrarse y tirar la llave lejos, a veces también se iluminan las calles o las casas  o las personas con dignidad, entonces, amanecen las razones suficientes para admirar al ser humano en su imperfección y nobleza.
Y pensando en esos niños de los que hablaba al principio, en los niños transformados en seres casi inertes que se compran y se venden, pienso que es tan vital como urgente   creer que  otros niños, los hijos  que hoy están agarrados a las  faldas de sus madres, mañana puede ser que nos conduzcan firmes, convencidos, a espacios donde no serán posibles estas  felonías.
Debemos soñar con, que ni una sola infancia más, estará abandonada a su suerte.
No es posible el mañana sin sueños que empujen las horas, ni los días.
No es posible el futuro sin niños que recojan el testigo de la rebeldía.
Y no es posible vivir sin soñar que un día será cierta la utopía.

domingo, 13 de marzo de 2016

No cuenten conmigo


No cuenten conmigo pa defender las fronteras,
ni  pa defender el disparo  a pueblos que caen uno tras otro,
tras otro,
ni pa mantenerme neutral ante el inmisericorde  que cierra las puertas a las ganas de vivir otras primaveras.

No cuenten conmigo para escupir blasfemias contra las costumbres ajenas,
ni pa maldecir al hombre que aguarda mojado,
ni al niño hambriento de madre,
ni a la mujer aterida de miedo.
No cuenten conmigo.

Vengo de tierras donde se recuerda el éxodo inacabable de los vencidos,
he cruzado con ellos los bosques y los mares,
he escuchado su sed  y sus desconsuelos.

No cuenten conmigo
 para tanto derroche de golpes y exterminios.

Vengo de escuchar a los viejos
que una vez fuimos nosotros
los que llenamos  las barcas,
los que esperábamos cambiar nuestros destinos
lejos del terror y del fascismo.

No cuenten conmigo,
miles de seres humanos están en peligro
y  Europa  idea la peor manera
de devolver a sus casas a quienes piden asilo.

No cuenten conmigo para callar que pesan la voz y la palabra,
que  depredan la vida siempre los mismos
y que se deshace la carne
esperando, inútilmente, de Europa, un armisticio.

jueves, 10 de marzo de 2016

Rèquiem


Se cuentan por millones, en  barcas que a veces naufragan, agarrados a  vallas que nunca debieron ser levantadas, caminando exhaustos o esperando, esperando, esperando.
Millones haciendo cola en comedores donde les dan sopa y agua, durmiendo a la intemperie o en tiendas de campaña improvisadas en los márgenes de las patrias.
Millones obligados a dejar sus casas.
Es simple: les matan.
 Harapientos, desnutridos, tristes, engañados por mafias, de luto, con pena o con rabia.
Las cuchillas no frenan la diáspora, el mar tampoco les detiene, ya no les detiene nada porque a su espalda sólo hay desolación y ninguna esperanza.
 Pero Europa tiene miedo.
Le aterroriza ver a tanto paria. Por eso planea  deportaciones a mansalva.
Quiere quitarse el problema de encima, no verlos y de paso pagar al contado a Turquía y Grecia  el trabajo sucio de enviarlos de nuevo al horror de donde escapan.
Son seres humanos víctimas de la depredación.
Victimas del imperialismo.
Víctimas de la ambición que no cesa.
Pero mientras esperan o caminan o  son rescatados, mientras revientan sus países, saquean sus riquezas, torturan a los que quedan, Europa pierde el tiempo. Tiene miedo.
La solidaridad es un asunto que no se discute en el parlamento.
La solidaridad no es rentable.
La solidaridad,  de mano en mano , hombro con hombro, paso a paso, debería  estar en las calles hasta forzar que se abran las fronteras, hasta reconstruir sus países, hasta devolverles al menos un poco de pan y de calma.
Las calles están vacías.
Las fronteras son infranqueables.
El hambre y el frío les carcomen.
Europa tiene miedo, sabe que es también  culpable.

sábado, 5 de marzo de 2016

Carta a las mujeres


Carta a las mujeres

Desde siempre nos han perseguido y arrinconado, a  veces con la excusa de la brujería, otras con la excusa de una debilidad inventada, otras con el argumento falaz de nuestra escasa inteligencia, de nuestro entendimiento nublado. La religión nos ha colocado en el rincón oscuro de sus rezos y la historia  ha borrado de un plumazo nuestros logros y heroicidades.
Nos han querido quitar la palabra, los cuerpos, las calles.
Nos han menospreciado, ninguneado, oprimido, hambreado, emputecido
 Y somos la mitad que acarrea el agua en los desiertos, la mitad   que cose con  en talleres clandestinos, somos las prostitutas en los barrios marginales, las esclavas sexuales, la mercancía. Somos las campesinas fumigadas, las sirvientas, las que cuidamos de los hijos y de los enfermos, las violadas, las asesinadas.
 Nos alargan los cuellos, nos arrancan los clítoris, nos obligan a tener pies pequeños, nos apedrean, nos esconden, nos imponen  llevar burkas, cubrirnos el pelo, los brazos, los pechos.
Muchas  llevan luto porque buscan infatigables a los desaparecidos, muchas agarran fusiles para defender la tierra el pan o la bandera, muchas reclaman los nombres de los fusilados al alba, siempre al alba, muchas aman a hombres, otras a mujeres, otras sencillamente quieren.
A algunas las han apedreado por infieles, a otras las han marginado por su color de piel, otras ni siquiera saben que nacieron  libres.
Somos mujeres en un mundo que se empeña en hacer las cosas a su manera, obstinada manera de conducirnos a la barbarie.
                                                           ………

Hoy escribo estas letras, pensando en las mujeres palestinas y en la solidaridad que a lo largo de la historia nos ha permitido avanzar un poco.
Yo sé que también las mujeres mexicanas, atrincheradas en la frontera con EE.UU, son ejemplo de coraje y las mujeres del Sahara y las kurdas y las indias y en cada continente mujeres aguerridas, casi invisibles, edifican sobre los escombros que el capitalismo y su trituradora de seres humanos va dejando.
Pero hablemos hoy de las mujeres de Gaza, de su resistencia, de las noches de fuego, de las alambradas, de sus niños abrasados, de los sudarios multiplicados.
Hablemos de ellas.
De los huecos que van quedando en sus mesas.
De sus casa derruidas, de esa prisión enorme donde están acorraladas, de su patria y de lo que ellas construyen a pesar del plomo y las cadenas.
Hablemos del bloqueo que el estado sionista impone a la población desangrando a todo un pueblo. Todo.
 Un puñado de mujeres voluntarias irán rumbo a Gaza para desafiar  sus argumentos de exterminio, su ideario de holocausto, sus pretextos genocidas.
Bilbao,  Bangladesh, Buenos Aires o La Habana.
Patriotas, religiosas, anarquistas.
Escritoras, campesinas, trabajadoras…

 Mujeres contra la sanguinaria ocupación de Palestina.