domingo, 17 de julio de 2016

Los muñones


Vivimos  una guerra global. Montones de cadáveres esparcidos por Irak, Siria, Francia, Afganistán, Palestina, Madrid.
Ayer, ahora y mañana.
Ponemos el hambre,  todas las hambres posibles. El hambre seca de territorios esquilmados y desérticos, el hambre opulenta de los campesinos que trabajan para nunca alimentarse, el hambre de los arrabales donde la pelea es encontrar antes que otros un pedazo de pan o de carne.
Ponemos las pobrezas, todas las pobrezas. La harapienta y a veces conforme de los parias, la de los trabajadores que también son esclavos, la de los endeudados que se asfixian, mes a mes, con los pagos, la de los jubilados que mueren precarios.
Ponemos el silencio. La palabra está entre rejas. Mover los labios es ya un delito. En las calles, en las canciones, en los poemas. Es mejor morir callado que vivir con la voz y el puño en alto.
Ponemos la asfixia, nuestros pueblos humean aire purulento, nuestros ríos son vertederos, nuestros mares guardan en su barriga toda la podredumbre  del consumo desbocado.
Ponemos las enfermedades, los empobrecidos enferman  con el gas naranja o con el   veneno que se vende en los supermercados.
La guerra es  no sólo contra los países donde  abiertamente discurre la sangre, no sólo.
Es  contra todos nuestros derechos, contra todo intento de justicia, contra todo esfuerzo por dulcificar las vidas.
Un mundo aterrado y aterrador.
                Y huye la humanidad, huye, huye, huye….. hacia ningún sitio.
Mañana ya serà tarde.
La noche se esparce inmensa.
 La paz arrastra sus muñones sin nada que la alumbre.

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