lunes, 30 de octubre de 2017

Disparar para paralizar


Israel representa ahora mismo la barbarie.
Llevan décadas perfeccionando el genocidio.
Cada día que pasa  es un delirante éxito y cada día  inventan nuevas formas  de exterminio.
Ahora tienen a los menores  en la mira de sus sofisticados rifles.
Porque los jóvenes  guardarán las llaves de sus casas arrebatadas hasta volver a habitarlas, porque  harán memoria y contarán los muertos hasta recuperar cada uno de sus nombres.
Porque un día también serán  madres y  querrán un porvenir de estrellas sin alambradas ni militares.
Están en la mira porque heredarán esta tierra devastada y tendrán que honrar la dignidad de sus padres continuando en pie, sin arrodillarse.
Por todo esto les disparan a las piernas, para reventarles el mañana y que no puedan erguirse  poderosos contra la Bestia.
Para que no puedan andar, para que no puedan correr, para que tengan que arrastrarse por las calles terribles donde viven su infancia de piedras contra tanques.
Para que se resignen a un destino donde duelen los huesos, donde duelen los miembros amputados, donde duelen los amigos perdidos en cualquier cárcel.
 Por todo esto van a por ellos, porque Palestina resistirá mientras quede un solo jóven.
Los sionistas  lo saben.
 Como saben que después de la noche llega siempre  el sol radiante.

domingo, 22 de octubre de 2017

Ramallah


El muro de la  vergüenza parte en dos la vida de Palestina.
Todos hemos visto imágenes, todos nos hemos horrorizado, todos nos hemos preguntado cuándo será derribado, cuándo se terminará, cuándo dejará de ser.
Cuándo Israel  dejará en paz a este pueblo que resiste a duras penas.
Todos alguna vez hemos visto los graffitis pintados sobre esos bloques de cemento, hemos visto largas filas de palestinos atravesando check points como si estuvieran pasando de una cárcel a otra, hemos visto las perversas colinas donde se amontonan judíos llegados de todas las partes del mundo sin importarles quién es el dueño de esa tierra que pisotean.
Todos hemos visto documentales, hemos leído artículos, nos hemos indignado ante esta barbarie que no termina.
Todos sabemos que un muro es un paredón donde se ejecuta mansamente a quien no se desea.
Pero a pesar de saberlo todos, a pesar de toda la información que poseemos, a pesar de tener muy presente que esta atrocidad es incompatible con la vida ,hoy, al verlo en Ramallah como una serpiente gris, pensé que la brutalidad fue consumada.
Pensé que al otro lado,  donde los niños corren, rezan, ríen y cantan hay un enjambre de avispas de dimensiones colosales, un enjambre multiplicándose con sus razones podridas, un enjambre que envenena el suelo, el aire, los corazones.
Nada hay que exculpe a sus habitantes, a los que se tapan los ojos, a los que no oyen el hambre, la rabia, los tiros.
Nada hay que los humanice.
Construyen un mañana sin incomodarles  que hay ríos de sangre palestina discurriendo por sus calles.







viernes, 20 de octubre de 2017

Ishala 2


Los soldados israelíes tienen miedo a los niños que les tiran piedras, por eso les disparan a la tripa o a las piernas.
Tienen miedo a pesar de que van armados, a pesar de que hacen lo que les viene en gana.
Será porque esas piedras llevan la verdad con toda su fuerza, será porque esos niños no claudicarán, ni los hijos de sus hijos.
Será porque los soldados saben que la justicia no esta de su lado.
Tienen miedo, quizá imperceptible por su arrogancia.
Un miedo que les pudre sin verlo, un miedo que esconden bajos sus armas poderosas, un miedo útil para disparar a la infancia.
Deben saber que no podrán con Palestina, deben saber que lo que hacen los convierte en alimañas, deben saber que tarde o temprano tendrán que irse con el rabo entre las piernas.
Y quedarán las piedras, por si acaso, por si regresan.
Y quedarán las piedras.
Y quedarán los niños viviendo alegres su paz y su heroica resistencia.



jueves, 19 de octubre de 2017

Ishala 1


Los colonos de Israel creen que la tierra, toda, es de ellos.
Afirman tener derecho a quitársela a quien se ponga por delante.
Estos Herodes contemporáneos reinventan cada día el fascismo, tienen en la mira a todo un pueblo que resiste a duras penas sus embestidas.
Situados sus asentamientos en posiciones privilegiadas, armados hasta los dientes vigilan que nadie se mueva .
Creen que los que habitan aquí desde antiguo no merecen la vida.
Cuando llega el momento de la cacería se les ve correr colina abajo para atacar a los campesinos que trabajan en los olivares.
El miedo entonces les atraviesa, no saben qué ocurrirá, quizá con unas piedras les baste para saciar su hambre de violencia, quizá con soltar a los perros les baste, quizá con quemar los olivos, quizá con robarles las aceitunas, quizá un disparo o dos, quizá el ejercito se sume a la barbarie.
Están acorralados, viven acorralados.
La paz duerme muy lejos.
Esta monstruosidad  se multiplica cada día con la excusa de su dios macabro.
Yo no sé si un día la historia esconderá la evidencia de esta verdad ninguneada, no lo sé.
Lo que si sé es que nada hay de humanidad en esos cerebros judíos.
Y que no nos vengan con cuentos, la complicidad de casi todos los gobiernos deja impune el delirio genocida del sionismo.


martes, 17 de octubre de 2017

Ishala


Cuando un palestino planta un olivo está haciendo crecer  sus propias raíces.
 Está haciendo futuro porque piensa en el fruto que dará a generaciones posteriores, piensa en la mirada de los niños que  crecerán contemplando  sus hojas perennes décadas después, piensa en la belleza de la existencia
Piensa en el ayer pero también en el ahora y en el mañana.
El olivo, es, pues, no sólo un modo de subsistencia para ellos  es también símbolo de resistencia, porque en situaciones adversas, en pedregales donde apenas puede imaginarse algo de vida, el olivo emerge frondoso y arrogante. Como sus vidas.
Cuando el ejército israelí o los colonos invaden la casa de un campesino palestino para arrancarle, destrozarle o impedirle recoger las aceitunas lo hace porque es eso precisamente lo que desea hacer con cada familia: impedirle la posibilidad de estar unido a su tierra, arrancarle de sus orígenes y que no tenga a donde volver, quiere hacerle daño donde más duele, quiere en definitiva negarle un porvenir. Y que se rindan ante la barbarie de tanta humillación.
Es en este mes de octubre  cuando en Cisjordania empieza la recolección. Dura apenas unos días, el tiempo que el opresor autoriza, dos, tres...
 Necesitan permiso en su tierra, como si el campesino no fuera el dueño de ella, como si no sirviera de nada haber estado allí desde siempre.
Las bestias pueden  aparecer en cualquier momento a robarles lo recolectado, a romper los olivos, a tirarles piedras, a tirotearles a las piernas.
El odio es un animal desatado en Palestina. Sólo la presencia internacional ata en corto su hocico y sus pezuñas.
 Con nosotros aquí parece que se atreven menos,  están al acecho pero no atacan,  merodean no muy lejos.
 Hoy les hemos vencido.

Mi casa ya no es mi casa.
Sabedlo.
Sabed que la tierra está sembrada de cráneos,
que arrancaron de cuajo las colinas,
que sepultaron el paisaje.

Sabed que mi casa fue humillada, saqueada,
que mis hijos llenaron de odio sus bolsillos,
que el hambre baila por todas las esquinas.

Sabed que la barbarie robó nuestros olivos,
que los invasores tienen nombre y apellidos.
Sabed que pusieron precio a las ruinas
y que las cadenas no nolestan con su ruido.

Sabed esto, debeis conocerlo.
Convirtieron las rosas en cerrados puños,
acallaron las plegarias,
nos pasaron a cuchillo.

Debeis saberlo:
Vinieron a mi casa dejando sólo
sangre en los caminos.






lunes, 2 de octubre de 2017

Estàn aquì


El fascismo con su inmensa lengua de fuego está a aquí;
calienta las ideas de frustrados oligarcas,
de nostálgicos,
 de piojosos parlanchines,
de ilustres buscavidas sin pudor ni empatía.
El fascismo abrasa patrias, banderas, desobediencias,
para sacar tajada de la agonía.
El fascismo se cuela  en la rutina,
en Kiev, en Caracas, en Madrid.
Armado con  escasa ideología
suma odio resta vida,
 anhela las razones por las que aquí,
los muertos no tienen nombre,
ni tienen sepultura.

Están aquí,
sapos deformes
con su lengua que envenena
cuerpos, libros, libertades.
Están aquí, otra vez,
una vez más.
Pero no son invencibles.

domingo, 1 de octubre de 2017

Vamos a andar

Vamos a andar, 
hundiendo al poderoso, 
alzando al perezoso, 
sumando a los demás. 
    Silvio Rodriguez.

En Cataluña empezaron a andar.
Contra un pueblo en pie nadie puede.
La historia lo dice.
Están ahí  con sus manos alzadas, sus canciones en el pecho, su verdad tranquila.
Paso a paso seguirán porque no hay forma de deshacer lo andado.
Y vendrán, seguro,  tiempos de más violencia, tiempos donde azuzarán más a la vieja España  para que no se rompa la patria.
Pero la patria ya está rota.
Hace aguas, se hunde.
En Cataluña, hoy,
con cada golpe devolvieron firmeza,
con cada urna arrebatada cantaron a pleno pulmón himnos de resistencia,
con cada voto prohibido afianzaron la razón de los pueblos que quieren democracia.
Hoy empezaron a andar,
y ya nada los detiene.