lunes, 30 de octubre de 2017

Disparar para paralizar


Israel representa ahora mismo la barbarie.
Llevan décadas perfeccionando el genocidio.
Cada día que pasa  es un delirante éxito y cada día  inventan nuevas formas  de exterminio.
Ahora tienen a los menores  en la mira de sus sofisticados rifles.
Porque los jóvenes  guardarán las llaves de sus casas arrebatadas hasta volver a habitarlas, porque  harán memoria y contarán los muertos hasta recuperar cada uno de sus nombres.
Porque un día también serán  madres y  querrán un porvenir de estrellas sin alambradas ni militares.
Están en la mira porque heredarán esta tierra devastada y tendrán que honrar la dignidad de sus padres continuando en pie, sin arrodillarse.
Por todo esto les disparan a las piernas, para reventarles el mañana y que no puedan erguirse  poderosos contra la Bestia.
Para que no puedan andar, para que no puedan correr, para que tengan que arrastrarse por las calles terribles donde viven su infancia de piedras contra tanques.
Para que se resignen a un destino donde duelen los huesos, donde duelen los miembros amputados, donde duelen los amigos perdidos en cualquier cárcel.
 Por todo esto van a por ellos, porque Palestina resistirá mientras quede un solo jóven.
Los sionistas  lo saben.
 Como saben que después de la noche llega siempre  el sol radiante.

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