sábado, 10 de marzo de 2018

La resaca



El 8 de marzo demostramos en las calles que somos muchas, la mitad.
Pero también quedó claro que ese día se convirtió en una huelga cómoda.
Los medios de comunicación se pusieron de nuestro lado, los políticos casi todos, llevaban un lazo morado en la solapa, se difundieron cánticos, pancartas, multitudes abarrotando las plazas.
Pero ha llegado la resaca.
Siguen sin tenernos miedo porque no cuestionamos el orden, porque no hemos sido capaces entre todas de señalar la pústula que nos desangra.
Porque nada tembló ese día, ni un poco. Nada.
Porque nadie llama por su nombre a la barbarie.
Las más optimistas pensarán que este el primer paso, una zancada que nos llevará a conseguir nuestros reclamos.
Yo soy de naturaleza realista y pienso que pasado un tiempo quizá se disminuya la brecha salarial en nuestros países blancos, pero continuarán los asesinatos, los burkas, el trabajo de sol a sol de las campesinas, las guerras imperialistas, la huida, los exilios y el delirio que vivimos el 8 de marzo en nuestras capitales bien asfaltadas quedará como una victoria pírrica.
Tengo vagina. Soy la mitad que salió a la calle el otro día.
Hubiera preferido menos canciones y más conciencia.
Más corazones rojos emancipados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario